Hoy fuimos testigos nuevamente de los excesos que siempre son parte de la vida del Real Madrid. Cuando el partido estaba casi sentenciado, porque corría el minuto 89 y todo parecía indicar que el Manchester City de Guardiola seria el finalista, apareció la magia blanca en un estadio Santiago Bernabéu en ebullición, no contaban los ingleses con los merengues que saben sufrir, pero también saben ganar.
Seis minutos que fueron una eternidad para Guardiola y su gente. Al frente tenían a quienes no temen a los imposibles, son los mismos que ni vencidos se entregan a la muerte, siempre juegan hacia adelante, a ganar o morir. Nunca bajan los brazos, son simplemente grandes, leyendas que siempre conseguirán la energía para la victoria.
No busquen explicaciones, no fue la táctica, tampoco la estrategia, no era una remontada lo que buscaban, era una verdadera resurrección.
Este Real Madrid fiel a su historia, se compone de unos duros que ahora viajarán a Paris para enfrentar a otros ingleses, esta vez los de Liverpool. Veremos si los omnipotentes siguen sumando logros a su sala de trofeos, pero en cualquier caso, esta jornada ante el City será recordada por siempre.
